De tu ventana a la mía: una directora que promete


De tu ventana a la mía es una película que puede tener distintas miradas, independientemente de lo que su autora haya querido decir con ella. Como cualquier relato, escrito o audiovisual, al pasarse por la sensibilidad y la subjetividad de cada cual, adquiere el tono que se le quiere o puede dar. Y en este caso eso es más así debido a la estructura del film y a su estilo.  La impresión que me ha causado a mí es que se trata de una obra primera en la que la autora, una mujer muy joven, entusiasta y atrevida, ha querido hablar de las mujeres, pero en un registro poético y simbólico, más que desde una perspectiva realista.  De ahí que la película destaque especialmente por la estética; una estética un tanto sofisticada y a veces hasta excesivamente cursi y estereotipada.
 
Título: De tu ventana a la mía
Título original: De tu ventana a la mía
País: España
Estreno en USA:
Estreno en España: 09/03/2012
Productora: Oria Films, Amapola Films, TVE, Aragón Televisión
Director: Paula Ortiz
Guión: Paula Ortiz
Reparto: Maribel Verdú, Roberto Álamo, Fran Perea, María Alfonsa Rosso, Leticia Dolera, Pablo Rivero, Carlos Álvarez-Nóvoa, Ramón Barea, María José Moreno, Luisa Gavasa, Vicky Peña, Luis Bermejo, Álex Angulo
Tres mujeres españolas de época distintas: años 20, años 40 y  años 70, se enfrentan a la vida con lo que su contexto y su propio carácter les permite. El amor parece estar en el centro de la historia; amores difíciles, en el marco de la posguerra española;  amores frustrados, por la distancia y el romanticismo de una parte;  y amores imposibles, como el de Luisa, que en realidad no se abre a la experiencia real con un hombre real, sino que prefiere seguir soñando con artistas de cine o fantásticos tenores, que le hacen soñar con otra vida menos anodina. Sin embargo, tengo la impresión de que se puede hacer otra lectura, o tal vez unas cuantas. Por ejemplo, la historia podría observarse como que el centro de la vida de tres mujeres es que un tercero venga a salvarlas de la soledad. Violeta, una joven intelectual, romántica   y aquejada de una especie de melancolía enfermiza, no tiene otra salida que el amor de Manuel. 
 Ni el tiempo en que vive, ni el lugar donde su tio la ha casi enclaustrado de por vida, le dan otras opciones. La marcha y el olvido de Manuel, la hunden aún más en el estado de tristeza y espera eterna. Inés, una campesina joven, se enamora de un hombre, que como otros muchos después de la guerra civil, acabaron en la cárcel o muertos. Ambos viven su romance como pueden, dadas las circunstancias de persecución a la que estaba sometido el muchacho. Aún así, el resultado de sus amores es una nueva vida; un embarazo que ella vive con orgullo y esperanza; lo único que puede salvarla de una situación absolutamente desesperante. Su imagen en actitud altiva, con el bebé en los brazos nos está diciendo que la vida sigue y que ella está dispuesta a luchar para seguir adelante, a pesar de estar señalada como mujer de un traidor al régimen.

De alguna manera, todas han sufrido una humillación y ven desaparecer algo que parece simbólicamente importante: el cabello. Violeta brutalmente violada, agarra unas tijeras y, llena de rabia, corta su preciosa melena. Inés, ultrajada con el tradicional corte de pelo que practicaban los fascistas con las mujeres de izquierdas. Curiosamente, tiene que cubrirse la cabeza con un pañuelo hasta que lo siente crecer, lo mismo que Luisa, a la que le amputan un pecho y tiene que pasar por el doloroso proceso de la quimioterapia y la pérdida de su cabello. Algo ha quedado amputado en todas ellas; pérdidas irreparables que cada una asume como es capaz.  
 Entre una y otra mujer hay unos veinte años de distancia, y aunque hay una especie de hilo común, esa madeja con el que se teje la vida de las mujeres de todas las épocas,  la forma de salir adelante es otra muy distinta.  Pero no podemos olvidar que hay otras diferencias, especialmente la social, pero también generacional. Violeta pertenece a una familia de intelectuales de clase media, con buena posición, superprotegida y con una vida muy cómoda, a pesar de su enfermedad real o ficticia. Sus expectativas se limitan a encontrar un marido con el que compartir su vocación de naturalista,  o vivir recluída en un viejo caserón del Pirineo, ensimismada,  y columpiándose.
Inés, sin embargo,  es una mujer que se gana la vida como jornalera en el campo, acostumbrada al esfuerzo y con una fortaleza física y emocional de la que Violeta carece. Nada tiene y nada puede perder, excepto la vida y eso le da libertad y esperanza en otro mundo mejor. 
Luisa representa a la mujer madura, que ha vivido en una época de represión que la ha convertido en un ser triste y miedoso y tiene que adaptarse a un mundo en cambio: la España de los años setenta. Su ruina física, semejante a los viejos edificios de su calle, tiene que ser restaurada. Finalmente consigue recuperarse del cáncer de mama y superar su actitud victimista. Parece que se contagia de la euforia social que vive el país y decide que va a recuperar el tiempo perdido... ¿quizás sin esperar que un hombre venga a salvarla...? ¡Quien sabe...! 
En definitiva, una película que anuncia una interesante directora, aunque para mi gusto debería olvidar un poco ese esteticismo idealizado y quizás ser menos pretenciosa.   

Comentarios

  1. Qué belleza se respira en toda ella..., leyendo estas líneas aun revivo más.
    Cuanto cuidado en tus palabras, para expresar la emoción de esta directora, aunque joven tiene clarito lo que quiere transmitir.
    Me gusto la peli, eso sí..., muy triste, tremendamente melancólica ..., de esas que se agarra a la garganta y tienes un nudo todo el tiempo..., pero aun más lo que dices de ella, y lo bien que ilustras el comentario.
    Felicidades por este blog casi tan lindo como la ventana.
    PD: La canción de Carmen París, CUM LAUDEN

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  2. GRACIAS por inaugurar este espacio, amiga.

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