Monsieur Lazhar: cine de calidad
Sinopsis
Bachir
Lazhar, de 55 años y origen argelino, es contratado como sustituto de un
maestro de primaria que ha muerto en trágicas circunstancias en una escuela de
Montreal. El carisma y la forma muy particular de enseñar del profesor Lazhar
resultarán fundamentales para sacar adelante el curso y cambiar la vida de sus
jóvenes alumnos.
Mi comentario
Mi comentario
Una ciudad cualquiera: Montreal; una escuela de primaria, en un
barrio de clase media; un aula de niños y niñas entrando en la adolescencia; un
equipo de profesores, y los problemas cotidianos de cualquier centro escolar en
una sociedad industrial avanzada y multicultural. Hasta que una mañana
cualquiera estalla el drama.
La muerte violenta de una de las maestras sirve de detonante para que todo ese mundo aparentemente inocente y tranquilo de la escuela, se vuelva del revés. Y es que si la muerte es un tabú para nuestras sociedades, si esa muerte sucede por un acto violento como en este caso, el tabú se agranda hasta convertirse en un silencio sepulcral (nunca mejor dicho) que trata de esconder no sólo el hecho en sí, sino todo lo que lo rodea.
La muerte violenta de una de las maestras sirve de detonante para que todo ese mundo aparentemente inocente y tranquilo de la escuela, se vuelva del revés. Y es que si la muerte es un tabú para nuestras sociedades, si esa muerte sucede por un acto violento como en este caso, el tabú se agranda hasta convertirse en un silencio sepulcral (nunca mejor dicho) que trata de esconder no sólo el hecho en sí, sino todo lo que lo rodea.
Varios son los temas que aborda
esta hermosa y sobria película: la muerte, el duelo, la violencia aparente y la
violencia real, el sistema educativo del último medio siglo y
todo lo que lo envuelve: especialistas para todo, burocracia, democracia mal
entendida que acaba en falta de respeto a las figuras de autoridad en el aula;
una suerte de igualitarismo según el cual los niños y los profesores pueden
tratarse olvidando las jerarquías, y de forma contradictoria, todo intento de acercamiento físico, especialmente
expresiones de afecto, pueden llevar a
un profesor ante un tribunal, por ser sospechoso de abuso.
La mirada del nuevo profesor,
llegado de tierras muy lejanas (Argel) es el foco a través del cual lo vemos
todo y, ciertamente, los que hemos
asistido a las aulas de la época franquista, nos sentimos bastante cerca del
maestro, que observa, entre la sorpresa y el desconcierto, cómo los niños no
han hecho nunca un dictado y no comprenden la mitad de las palabras del texto
que pretende que escriban; o la forma circular en que están colocados los
pupitres, para facilitar las relaciones intergrupales: nada de filas mirando al
profesor, no vaya a ser que se sienta superior y los someta a su autoridad
sapiencial. Paseando por los pasillos, advierte el colorido de las aulas, los
dibujos, las plantas, las risas de los niños, mientras aprenden de forma lúdica
una segunda lengua… En fin, nada que ver con la imagen de escuela de cualquier
hijo de vecino nacido en cualquier país, antes del año 1950. ¡Ah! Muy buena la
escena en el que el maestro intenta enseñar gramática y resulta que los niños
le corrigen, porque ya no existen los adjetivos, o los sujetos. La nueva lingüística los ha convertido en
determinantes de un nombre y en sintagma nominal. Fue fácil para mí soltar una carcajada,
porque, claro, me pasaría lo mismo si me pusiera a hacer un análisis de texto.
Pero planeando, mientras que el maestro se afana pacientemente en enseñar a sus escolares, está la muerte violenta de la maestra. Violenta en un doble sentido, que él recalca varias veces a la directora: por el suicidio, que es muy violento, pero especialmente porque la joven no se le ocurrió otro lugar mejor para ahorcarse que la ventana del aula. ¿Hay algo más violento que eso? Tremenda y macabra decisión, porque los niños iban a tener que superar el trauma, y algunos, la culpa. Porque… a ver… ¿Qué quiso decirles con eso? ¿Que eran culpables de que ella no hubiera podido soportar la vida? Y el profesorado… nada, queriendo tapar el tema, que sólo lo hablaran en el lugar y con la persona adecuada: la psicóloga. Todo muy controlado, muy civilizado.
Pero la espontaneidad de una de las alumnas, una preciosa niña llena de sensibilidad, inteligencia y madurez, rompe esos esquemas rígidos. Su redacción leída en voz alta ante toda la clase, avivó la necesidad de hablar del dolor, de la muerte, de otras pérdidas vividas y no lloradas. Toda una lección, por otro lado bien planeada por la cría, que pretendía ayudar a su amigo Simon a expresar su sentimiento de culpa y lo consiguió. Es a través de este personaje (la niña) como se apunta otro de los temas: la soledad de tantos niños, cuyos padres tienen profesiones que les obligan a viajar y estar lejos de la casa. Las canguros son las encargadas de suplantar el cuidado materno en este caso, ya que el padre no aparece, probablemente porque estaban divorciados.
Es admirable el enfoque sereno, austero, sin estridencias del film. Basado en una obra de teatro, y con un joven director que la ha sabido llevar lejos de esos productos americanos, tipo Rebelión en las aulas, o El club de los poetas muertos. Eso quiere decir que no hace concesiones al sentimentalismo, ni a los estereotipos, ni a la demagogia barata. Y, sin embargo, emocionan los rostros y los gestos de los niños, la solidaridad de las maestras con el compañero asustado, a quien ofrecen apoyo, quitando importancia a las rígidas reglas del centro. No hay lágrimas, pero la emoción se siente. Y la actitud del profesor Lazhar; ese rostro triste y sereno, la forma cómo se preocupa de sus alumnos y cómo ellos aceptan su autoridad, evidencia la necesidad que seguramente hay de esos modelos.
Pero planeando, mientras que el maestro se afana pacientemente en enseñar a sus escolares, está la muerte violenta de la maestra. Violenta en un doble sentido, que él recalca varias veces a la directora: por el suicidio, que es muy violento, pero especialmente porque la joven no se le ocurrió otro lugar mejor para ahorcarse que la ventana del aula. ¿Hay algo más violento que eso? Tremenda y macabra decisión, porque los niños iban a tener que superar el trauma, y algunos, la culpa. Porque… a ver… ¿Qué quiso decirles con eso? ¿Que eran culpables de que ella no hubiera podido soportar la vida? Y el profesorado… nada, queriendo tapar el tema, que sólo lo hablaran en el lugar y con la persona adecuada: la psicóloga. Todo muy controlado, muy civilizado.
Pero la espontaneidad de una de las alumnas, una preciosa niña llena de sensibilidad, inteligencia y madurez, rompe esos esquemas rígidos. Su redacción leída en voz alta ante toda la clase, avivó la necesidad de hablar del dolor, de la muerte, de otras pérdidas vividas y no lloradas. Toda una lección, por otro lado bien planeada por la cría, que pretendía ayudar a su amigo Simon a expresar su sentimiento de culpa y lo consiguió. Es a través de este personaje (la niña) como se apunta otro de los temas: la soledad de tantos niños, cuyos padres tienen profesiones que les obligan a viajar y estar lejos de la casa. Las canguros son las encargadas de suplantar el cuidado materno en este caso, ya que el padre no aparece, probablemente porque estaban divorciados.
Es admirable el enfoque sereno, austero, sin estridencias del film. Basado en una obra de teatro, y con un joven director que la ha sabido llevar lejos de esos productos americanos, tipo Rebelión en las aulas, o El club de los poetas muertos. Eso quiere decir que no hace concesiones al sentimentalismo, ni a los estereotipos, ni a la demagogia barata. Y, sin embargo, emocionan los rostros y los gestos de los niños, la solidaridad de las maestras con el compañero asustado, a quien ofrecen apoyo, quitando importancia a las rígidas reglas del centro. No hay lágrimas, pero la emoción se siente. Y la actitud del profesor Lazhar; ese rostro triste y sereno, la forma cómo se preocupa de sus alumnos y cómo ellos aceptan su autoridad, evidencia la necesidad que seguramente hay de esos modelos.
En definitiva: una película
totalmente recomendable. Para la reflexión
y la emoción serena.
Lo que han dicho de ella
"Una hermosa declaración de
amor a la enseñanza"
La Razón
La Razón
"Un prodigio llegado de
Canadá"
El País
El País
"Un exquisito trabajo
de actores, especialmente impresionante con los jovencísimos actores, y la
capacidad de hacer invisible la cámara abren la película a un naturalismo
afectivo, que no efectivo"
ABC
ABC
"Magnífico cine
comprometido"
El Norte de Castilla
El Norte de Castilla
"Es una de esas raras
películas con niños en la que los niños son creíbles. Una de esas raras
películas tristes y emotivas que no degenera en pastelón. Una de esas raras
películas sencillas que paradójicamente se hacen trepidantes"
Lucía Etxebarría
Lucía Etxebarría
"Solo PROFESOR LAZHAR puede
acercarse este año al fenómeno que ha supuesto la francesa INTOCABLE en las
salas españolas"
El País
El País
Sinopsis
Bachir
Lazhar, de 55 años y origen argelino, es contratado como sustituto de un
maestro de primaria que ha muerto en trágicas circunstancias en una escuela de
Montreal. El carisma y la forma muy particular de enseñar del profesor Lazhar
resultarán fundamentales para sacar adelante el curso y cambiar la vida de sus
jóvenes alumnos.
Nominada
a los OSCAR 2011 en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa
(representando Canadá)
Festival de
Locarno 2011: Premio del Público y Premio Variety Piazza Grande votado por
críticos cinematográficos.
Seminci
2011: Sección Oficial a competición - Premio de la Crítica y Premio
"Miguel Delibes" al Mejor Guión
Premio del
Público en el Festival Internacional de Rotterdam 2012
Premio a la
"Mejor Película de Canadá" en el Festival de Toronto 2011
6 Premios
Genie, que otorga la Academia Canadiense de Cine y Televisión, incluyendo Mejor
Película, Mejor Director y Mejor Actor
Título
original:Monsieur Lazhar
Director:Philippe
Falardeau
Guión:Philippe
Falardeau, basado en la obra de Evelyne de la Chenelière
Intérpretes:
Fellag, Sophie Nélisse
Nacionalidad:Canadá
Género:Drama
Año:2011
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